Todavía está muy extendida la frase «si no es celoso, es porque no te quiere». Efectivamente, todavía mucha gente asocia los celos al amor. Pero a veces ese «amor» lleva a las personas, pero con mayor frecuencia, a los hombres, a comportamientos que van más allá de lo racional y de lo cívico.
Este ensayo pretende demostrar que cuando existen celos, no es porque en realidad exista amor; si no, es a consecuencia de inseguridad, baja autoestima en la persona, entre otras cosas y lamentablemente, en el amor no todo son buenos momentos y es que cuando los celos hacen acto de aparición, pueden llegar incluso a destrozar una pareja.
Enamorarse es encontrarse con la persona con la que uno quiere compartir la vida. Y una vez que hemos encontrado a esa persona tan especial, ¿podemos perderla? Estamos tan felices, que nos parece imposible ya, vivir sin ella. Nuestra inseguridad puede hacernos pensar que no merecemos alguien tan especial a nuestro lado, o que algo tan bueno no puede ser verdad, que lo tenemos que perder de un momento a otro. Quizá experiencias pasadas, donde ese príncipe o princesa no fue tan ideal como parecía en un principio, o no nos quería tanto como decía, nos hacen pensar que esta vez tampoco funcionará.
Nuestra pareja sigue siendo tan encantadora como siempre, pero nosotros inmersos en mil pensamientos neuróticos somos incapaces de verlo. Nos olvidamos entonces, de disfrutar el presente que tenemos y de cuidar nuestra relación con pequeños detalles diarios. Estamos seguros de nuestros sentimientos y de los suyos, pero empezamos a percibir amenazas en el entorno que ponen en peligro nuestra confianza. Otra persona más atractiva, más inteligente, más… es igual, la inseguridad la ponemos nosotros, y sabemos buscar aquello que nos hará dudar más, aquello que nos hará más daño. No queremos perder esa persona que tan felices nos hace, pero empezamos a comportarnos de manera diferente, precavidos, artificiales…. La comunicación sincera se dificulta, y somos nosotros quienes podemos llegar a producir un distanciamiento real de la persona con la que queremos vivir.
Los celos, en contra de lo que podría parecer y de lo que sugieren algunas letras de canciones, poesías o guiones de películas, no siempre son consecuencia de un gran amor como la mayoría cree, ni mucho menos indican cuánto se quiere, se necesita o se desea a la otra persona. Y, normalmente, quienes padecen preferentemente estos ataques de celos son personas muy centradas en sí mismas, que sólo se curarán saliendo de su autoencierro. En muchas situaciones de celos hay como dije anteriormente, más que amor, otras causas: miedo a la soledad, sentimientos de posesión del otro, de inseguridad en uno mismo, de necesidad de controlarle, etc., los cuales provocan mucho sufrimiento. Según Gross, Richard:
“Los celos forman parte de la relación amorosa. La ilusión que se tiene de ser único y extraordinario en el mundo se esfuma al entrar en escena «un tercero».Los celos son una de las emociones naturales en nuestra sociedad, como el odio o el amor, pero éstos pueden poseer rasgos negativos, por lo tanto los celos pueden provocar mucho sufrimiento.” (51)
Es la soledad quien provoca tal angustia que exacerba el miedo de perder a la persona amada. Justamente para contrarrestar esa angustia es que surgen los celos. A su vez, demuestran el dolor que conlleva darse cuenta que uno no es irremplazable. En una pareja es importante respetar la libertad de cada miembro, su estado anímico y sus necesidades. Cuando en ocasiones uno de los integrantes de la pareja se cree propietario de los sentimientos de él o de ella, entonces, el equilibrio se rompe y aparecen los celos.
El perfil psicológico de la persona que siente celos se relaciona con la baja autoestima y la inseguridad. Estas personas, además de tener reacciones emocionales negativas, tienen necesidades de estimación y demanda continua de aprobación. La persona celosa reclama un sacrificio, desea ser amado incondicionalmente, siendo incapaz de sacrificarse, puesto que suele ser demasiado egoísta y desconfiado. Por estas necesitadas de estimación, suelen demandar constante aprobación.
Cualquier cambio en el contexto de la pareja puede llegar a ser motivo para una reacción de celos en personas. Aparecen pensamientos de engaño y se atiende selectivamente a señales de alerta, creando de esta manera un rival imaginario inexistente. Al no poder controlar estos sentimientos la persona se torna cada vez más insegura e hipervigilante, generando, como consecuencia, reacciones agresivas o «escenas de celos». Según James Parr: “Los celos surgen en una relación amorosa debido a tres factores: comparación, competencia y el temor a ser reemplazado.” (34)
Si la persona se vuelve más autónoma y creativa la probabilidad de que los celos se produzcan es menor, ya que la relación entre estos tres factores se torna menos significativa. Si uno se ama a sí mismo, la comparación con los otros disminuye y cuando la competencia no existe, se es menos vulnerable a sentir celos. Al volverse irremplazable en una relación los celos desaparecen.
En ocasiones, cuando los celos aparecen, son debido a malinterpretaciones de situaciones ambiguas. En vez de parar a pensar en otras posibles explicaciones, se permite que las emociones inunden el razocinio. Por este motivo, es muy importante tomarse un momento para analizar tanto las impresiones como los pensamientos que atraviesan la mente en situaciones ambiguas.
En primer lugar, conviene distinguir entre los celos normales, que cualquier persona puede sentir en un momento dado sin que suponga un problema, y los celos patológicos.
Se tiende a percibir a los celos normales como una muestra de afecto por parte de la persona amada, una justa cantidad de celos sería necesaria. Los celos sanos consisten en una preocupación por la posible pérdida de una persona amada o malestar por la relación real o imaginada que esa persona tiene con alguien más. Quienes sienten este tipo de celos prefieren que sus parejas permanezcan con ellos y no desean que tengan una relación demasiado íntima con nadie más. Esto a veces causa algunos problemas en la pareja pero no son demasiado serios ni producen un malestar intenso a ninguno de los miembros de la pareja.
Sin embargo, si en una pareja los celos son permanentes, éstos tienden a desgastar y perturbar la relación afectiva, porque surge el reproche, el reclamo, la exigencia de incondicionalidad hacia el ser querido, por lo tanto los celos patológicos están acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, auto-compasión, hostilidad y depresión y suelen ser destructivos para la relación.
La diferencia entre ambos tipos de celos está en que en vez de preferir y desear que su pareja esté sólo con él o ella, las personas con celos patológicos, están exigiendo o demandando que su pareja no debe, bajo ningún concepto, implicarse emocional o sexualmente con otras personas. Al estar utilizando un pensamiento rígido, basado en exigencias absolutistas que no admiten más posibilidad que el cumplimiento de sus deseos, estas personas perciben la posibilidad de una infidelidad como algo terrible (siempre que exijas que algo tenga que ser como tú quieres que sea, en vez de solamente preferirlo, considerarás horrible la mera posibilidad de que no sea así). De este modo, vigilará cada gesto inocente de su pareja hacia otra persona para tratar de prevenir e impedir que llegue a suceder eso que considera tan terrible e insoportable.
En cambio, cuando una persona utiliza un pensamiento flexible, se dice a sí misma cosas como: «Deseo mucho que mi pareja esté sólo conmigo, pero es libre de elegir lo que quiere, y si me deja será doloroso y frustrante pero no será algo terrible, ni insoportable, ni me matará». La persona que piensa de este modo puede estar preocupada, pero no aterrorizada ante la posibilidad del abandono, ni necesitará estar constantemente en guardia por si sucede eso tan temido. En cambio, si está utilizando un pensamiento rígido y dogmático, creerá cosas como: «Mi pareja no puede, ni debe dejarme nunca bajo ninguna circunstancia, ni tiene derecho a hacerlo porque si lo hace me sentiré fatal y será terrible e insoportable». La persona que piensa de este modo se sentirá muy ansiosa, insegura, deprimida, agresiva y dependiente.
Por ejemplo, quien piensa que su valor personal -u hombría, en el caso de los hombres- depende de que su pareja permanezca con él o ella, está creando una relación de dependencia que lo mantendrá continuamente ansioso pensando en lo horrible y humillante que sería que su pareja lo dejara; mientras que si piensa que su valor como persona no tiene nada que ver con eso (es decir, utiliza un pensamiento más realista) entonces se sentirá más relajado en su relación con su pareja.
Los sentimientos de hostilidad provienen de creencias como: «si mi pareja me deja sufriré mucho; por tanto, no puede dejarme y si lo hace es una persona horrible que merece el castigo». De este modo se ven con derecho a llegar incluso a la violencia. Es decir, quien piensa así considera que sus deseos son órdenes para los demás y antepone sus propios deseos y bienestar al de su pareja: «como a mí me dolería mucho que me dejaras, no eres libre para hacerlo».
Por lo tanto los celos en pequeñas dosis son saludables e incluso pueden calificarse de románticos pero cuando son excesivos pueden resultar enfermizos y llegar a causar irremediable dolor.
Los especialistas consideran que los celos surgen en aquellas personas inseguras que no confían en que su pareja sea capaz de quererle y de serle fiel. Cuando una persona tiene la autoestima por los suelos, le resulta difícil llegar a creer que alguien pueda fijarse en ella, por lo que empiezan las dudas y se llegan a ver traiciones donde realmente no las hay.
Los celosos desean ser amados incondicionalmente pero a la vez son egoístas y desconfiados. Cuando el celo es desconfianza en la actuación de otra persona, se convierte en un enemigo mortal, en un veneno que se expande y manifiesta en un sinnúmero de contradicciones, muchas veces traumáticas para la pareja. Los celosos, quienes generalmente se inventan o erigen un rival en sus relaciones con otras personas, son llevados a males de carácter superior como el odio, las enemistades, divorcios, maltratos, suicidios, y hasta homicidios y asesinatos. Según Kaufmann: “El individuo que piensa -y como tal reacciona- que su enamorada, novio, esposa… entrega a otra persona el cariño, el amor que le pertenece, es realmente un enfermo y como tal debe ser visto, tratado y atendido.” (98)
En este caso estamos en presencia de indescriptibles actos de desconfianza. Y aunque no siempre sea comprensible, esa desconfianza es inseguridad. Ciertamente es desconfianza, pero no en la otra persona, sino en sí mismo. Es desconfianza e inseguridad en el individuo que se manifiesta celoso y por tanto, una muestra inequívoca de baja autoestima. Este tipo de celo es un “arma de doble filo” pero con la parte más filosa hacia el interior de quien lo experimenta.
Quien siente celos sufre más que el individuo celado. Según Branden:
“Los celos, sean justificados o no, son dolorosos y humillantes. Hay que tratarlos con compasión, tanto si se dan en nosotros mismos como en nuestra pareja. Cuando tenemos el coraje de explorar el sufrimiento y el miedo que subyace bajo él, suelen disminuir, y la autoestima tiende a crecer.” (80)
Para poder vencerlos, usted primero debe saber de dónde vienen sus celos. Siempre hay una causa para que aparezcan los celos y una vez que usted reconozca esas causas, será más fácil tomar el control.
Cuando surgen las emociones de los celos, todo lo que usted sabe es que se siente así, ¿verdad? Aquí es donde usted necesita parar. Será difícil de recordar, pero debe tomar una pausa cada vez que aparezcan los celos y preguntarse por qué se siente así. Una vez que ha comprendido de donde viene el sentimiento, entonces necesita descubrir por qué esto le causa celos. Por ejemplo, si usted siente celos cuando su pareja habla con alguien del sexo opuesto, entonces necesita descubrir por qué esto le provoca celos. ¿Ha tenido alguna experiencia previa que le haga sentirse así ahora? ¿Tiene miedo a la traición? Si es así, ¿por qué tiene ese miedo? ¿Su autoestima está muy baja? ¿Siente que pierde la atención de su pareja? ¿Cree que todos desean hacerle daño? Como puede ver, hay distintas preguntas que pueden hacerse y es importante responderlas para entender la raíz del problema, y conseguir así tomar el control. El reconocimiento es el primer paso de importancia y sin él no será posible el cambio. Según Branden: “Tenemos que saber reconocer nuestros sentimientos, hacerlos nuestros, hablar sobre ellos con sinceridad y no permitir que nos conduzcan a comportamientos que saboteen nuestras relaciones.”(79)
Al comprender de donde vienen los celos y que los causa, usted puede concentrarse en mantenerlos bajo control e incluso deshacerse de ellos. Si la razón tiene algo que ver con su pareja, lo mejor será tener una seria conversación con él/ella sobre el tema. No tenga miedo de sentirse de esta forma. Usted puede expresarse con libertad en el marco del respeto y el cuidado por el otro, y esperar que la respuesta venga en la misma línea. Si su pareja realmente se interesa por usted, intentará buscar formas de prevenir la aparición de estas emociones. Recuerde, sin embargo, que los celos pueden ser desproporcionados, o incluso las causas pueden no existir en la forma en que usted las ha visto hasta ahora. Por eso, hay que abrirse y escuchar al otro con confianza.
Busque, sea cual sea la causa, formas de sentirse bien en lo personal, mejorando por ejemplo su aspecto, sus conocimientos, etc., cualquier cosa que le ayude a ganar mayor fuerza y confianza. Esto le ayudará a estar en condiciones de luchar contra los celos cuando éstos aparezcan.
Los celos nunca son positivos porque la persona tiene que creer en sí misma y valorarse sin necesidad de depender exclusivamente de otros para existir. Una relación de pareja en la que exista suficiente espacio para poder disponer de una parcela privada para cada miembro y una común para ambos logrará un mejor entendimiento y equilibrio facilitando el desarrollo de ambos.
Para escapar del efecto negativo de los celos: ámate y vive seguro de ti; confía en lo que haces, dices y das a tu pareja; confía en el amor de ella, entrégate sin límites a tu persona amada; sé creativo en la demostración de lo que sientes; sé condescendiente, flexible en la relación; conversa de forma abierta y tranquila con tu enamorada o enamorado acerca de tus pensamientos y criterios; piensa que esa persona de quien sientes celos no es un objeto de tu propiedad. Según Kaplan, H y Grebb, J.:
“ Si compartes con una persona celosa: trasmítele seguridad en la relación; explícale calmadamente acerca del daño de los celos; hazle ver el valor que tiene para ella ser quien es, así como el valor que tiene como ser humano para ti; sé suficientemente expresivo; no discutas ni intentes que reconozca que todo lo que ocurre es consecuencia de los celos. Así los celos hostiles, los enemigos de las relaciones amorosas, son revertidos en fuerzas positivas hacia el interior del grupo y únicamente quedarán aquellos celos que constituyen complementos del amor.” (106)